No sé si los habituales (y los que no lo son) de Tierra de Cinéfagos conocéis a un actor británico llamado Simon Pegg que acaba de estrenar, hace apenas unas semanas, “Nueva York para principiantes”.
Al tal Pegg lo descubrí tardíamente (si tenemos en cuenta que debutó en la gran pantalla en 1999) en la hilarante “Zombies Party” (2004) cuyo estreno en España pasó casi desapercibido.
“Zombies Party” nació de la colaboración entre el director y guionista Edgar Wright, Simon Pegg (que también participó en el guión) y el actor Nick Frost. Esta conjunción casi “mágica” dio lugar a una de las películas más desternillantes y frescas que he visto en mucho tiempo. A caballo entre el terror y la comedia romántica, fue una divertidísima experiencia seguir las evoluciones de dos colegas (Shaun y Ed) que son un verdadero desastre, pero que deben unir sus fuerzas para luchar contra una extraña epidemia que está transformando a los muertos en zombies.
Repleta de gags al más puro estilo del humor inglés, la película está cuajada de momentos surrealistas ante los que es casi imposible reprimir una carcajada. Impagable es la escena en la que ambos amigos deciden acabar con dos zombies que encuentran en su jardín lanzándoles discos de vinilo a la cabeza, eso sí, discutiendo previamente los que hay que utilizar como arma arrojadiza (pobre Sade…) y los que son salvables. Y no hay que olvidar un final descacharrante que incluye un breve cameo del líder de los Coldplay Chris Martin de cuya hija es padrino el propio Pegg.
En 2007 esa tríada, a la que he aludido anteriormente, volvió a unirse para rodar otra estupenda muestra de humor inteligente: “Arma fatal” (premio gordo para el que se sacó de la manga la traducción cutre de marras).
Nicholas Angel es agente de policía en Londres. Su carrera es tan impresionante y eficaz que está dejando en ridículo al resto de sus compañeros (ostenta un récord de detenciones un 400% más alto que ningún otro madero). Es por este motivo por el que lo trasladan lejos de la capital y lo envían, en calidad de sargento, al tranquilo Sandford, un pueblecillo idílico de la campiña inglesa donde el avispado y estricto Angel desentona desde el primer momento.
En Sandford nunca pasa nada y cuando pasa la parsimonia e incompetencia con la que trabaja la jefatura de policía local, enerva al casi hiperactivo Angel que sospecha de todo y de todos (y con razón) ante la burla general de sus nuevos vecinos y compañeros. De entre estos últimos, el único que respetará al nuevo agente es Danny, el torpón e infantil hijo del inspector que, admirador de películas como “Le llaman Bodhi” o “Dos policías rebeldes II” (a las que se “homenajea”), siente una verdadera curiosidad por las hazañas urbanas de su nuevo compañero.
Cuando se producen una serie de extraños asesinatos, el eficiente Nicholas Angel se pondrá en acción para descubrir qué está ocurriendo.
Pasa ser francos hay que reconocer que “Arma fatal” no consigue llegar (pero casi) al altísimo nivel mostrado en “Zombies Party”, pero no deja de ser una más que excelente propuesta que huye del humor zafio y cansino de la mayoría de parodias que llegan a nuestros cines (léase “Scary Movies” varias y bazofias por el estilo).
La contraposición entre el mundo violento de la ciudad (encarnado por Angel) y el (supuestamente) pacífico mundo rural de Sandford dará lugar a toda una serie de situaciones, a cuál más absurda, que no llegan a aburrir en ningún momento.
Rodada con un cuidadísimo sentido del ritmo (y con algún toquecillo gore), Pegg y Frost se hallan secundados por Timothy Dalton (en el papel del chulesco dueño del supermercado) y algunos conocidos actores británicos como Martin Freeman (el Rembrandt de “La ronda de noche”, 2007), Bill Nighy (al que podréis ver en “G-Force” en el papel de Leonard Saber) o Jim Broadbent (el profesor Horace Slughorn en “Harry Potter y el misterio del príncipe”). A modo de anécdota comentar los breves cameos de Steve Coogan (“24 Hours Party People”, 2002), Cate Blanchett (“El curioso caso de Benjamin Button”, 2008) y del director Peter Jackson.
Ingeniosa y trepidante, “Arma fatal” nos demuestra que es posible parodiar de forma inteligente un género como el policíaco y que, cuando se usa el cerebro (pero de verdad), poco hay que envidiar al gran gigante americano.
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Briony
